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El Rol Público del Director

Hoy en día, en momentos de cambio en los Estados Unidos, se ha comenzado a discutir sobre asuntos que de alguna u otra forma guían nuestras decisiones y acciones. Qué país queremos construir, cómo lo vamos a hacer y de qué manera nos involucramos, son cuestiones que se han empezado a debatir en la esfera pública, a raíz de distintos temas país, y por supuesto, la educación no ha sido la excepción, sino todo lo contrario: juega un papel clave. Y esto, a pesar de referirme al contexto de los Estados Unidos, también puede ser observable en la realidad chilena, haciendo las respectivas consideraciones de la comparación.


En el contexto educativo estadounidense, se han impulsado numerosos cambios y reformas al sistema que apuntan principalmente a mejorar la calidad de la educación que entregamos a nuestros estudiantes. Esta discusión se ha llevado a cabo mayoritariamente en la esfera pública, a distintos niveles, en donde todos parecen tener algo que decir y que aportar. Sin embargo, hay una voz sin duda importante de escuchar, pero que no se ha visto tradicionalmente involucrada en las discusiones de esta materia, y es aquello que los directores piensan y opinan.


No cabe duda de que el rol del director es clave en el contexo escolar, pero poco se habla sobre su rol en el mundo público. Y es que en estos espacios también juega un papel fundamental, pues es desde su liderazgo que se impulsan todas aquellas iniciativas diseñadas a nivel macro y que finalmente impactan en la enseñanza y aprendizaje de los estudiantes. En Chile, esto es muy evidente sobre todo en regiones y localidades donde las escuelas son un factor de desarrollo importante.

Por eso nos parece clave escuchar qué es lo que los directores tienen que decir cuando se discuten distintas mejoras al sistema, ya que desde su experiencia y visión local podemos obtener lecciones con acento educativo. Históricamente, los directores no se han visto directamente involucrados en el diálogo público acerca de estos temas, ciertamente no por falta de interés o comprensión de su importancia, sino más bien porque han pasado a tener un rol más ejecutor de políticas que de proponentes de ellas.


Lo anterior llama poderosamente la atención si consideramos que los líderes escolares ocupan un rol público único en sus escuelas en tanto son piezas fundamentales para canalizar modelos estructurales, como es el caso del modelo de las normas democráticas en los Estados Unidos. Los directores poseen una rica reserva de experiencias únicas que los países necesitan para mejorar sus sistemas educativos, que tienen impactos significativos en los logros de aprendizaje de los estudiantes. Es por esto que en momentos de impulsar reformas en el ámbito educacional, necesitamos escuchar las voces de quienes están insertos en las comunidades escolares. Porque en las decisiones cotidianas, los líderes escolares se mueven entre aquello que pasa en sus escuelas y entornos inmediatos, y lo que se discute a nivel nacional sobre distintas políticas públicas e iniciativas a implementar en las escuelas. Esto reflejará las brechas o distancias evidentes que se instalan entre las políticas que diseñamos y lo que finalmente hacemos en las escuelas. Por ejemplo, mientras el mundo político debate sobre las políticas antidiscriminatorias, en las escuelas se deben idear programas e iniciativas para combatir el bullying y la violencia escolar cotidiana.


Necesitamos que quienes están insertos en el mundo educativo a nivel local traspasen las paredes de sus escuelas y compartan qué es lo que saben, cuáles han sido sus experiencias y qué han podido aprender de ellas. Nuestra democracia es, fundamentalmente, un ejercicio educativo: aquellos con vasta experiencia no pueden estar ajenos a los debates centrales. Es por esto que resulta particularmente relevante que los directores puedan transmitir a otros (a sus comunidades, a sus pares, y demás agentes del sistema) sus experiencias, qué hacen diariamente para mejorar y hacer más capaces a sus escuelas, qué les preocupa qué necesitan y qué creen que les ha dado resultados y satisfacciones.

Por lo anterior, las universidades y otros centros de formación continua están llamados a dar apoyo al rol de liderazgo de los directores y directivos educacionales, tanto en formación como en el posicionamiento de sus graduados en aquellas discusiones del ámbito educativo en las que la experiencia pueda ser un real aporte. En esa línea, tanto la Universidad de Pennsylvania en Estados Unidos, como la Pontificia Universidad Católica en Chile, han desarrollado distintos programas que apuntan no solo al desarrollo profesional de directores –futuros y en ejercicio–, sino que buscan abrir espacios públicos en donde posteriormente puedan participar de forma activa, poniendo su experiencia y formación al servicio del país, de sus comunidades, y principalmente de sus estudiantes.



Senior Fellow Director, Mid-Career Doctoral Program in Educational Leadership Co-Director, Inter-American Educational Leadership Network

Graduate School of Education

University of Pennsylvania


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